«Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo» Arquímedes de Siracusa.
Uno de los aspectos más interesantes y creativos del pensamiento sistémico es el “principio de la palanca”, esto es, buscar y encontrar aquellos lugares o situaciones, llamados también “puntos de apalancamiento”, donde con el mínimo esfuerzo se puede lograr una mejora significativa y duradera en el sistema. El único problema es, como nos recuerda Peter Senge, que las zonas de alto apalancamiento no son evidentes para la mayoría de integrantes del sistema porque los puntos de apalancamiento no están próximos en el tiempo y el espacio respecto de los síntomas. Sin embargo sí existe una pista para encontrarlos, como nos recuerda Donella H. Meadows: los mejores puntos de apalancamiento se encuentra en el cambio de los modelos mentales, es decir, cambios en el cómo nos representamos a nosotros mismos el sistema, esto es, el paradigma o filtro con el que observamos la realidad.
Al hilo de esto y como material didáctico para un seminario de pensamiento sistémico que estoy preparando he buscado algunos ejemplos reales de “puntos de apalancamiento” para el cambio efectivo de sistemas reales. Son ejemplos cotidianos que ya forman parte de nuestro paisaje y de tanto verlos o escucharlos puede que no nos demos cuenta de su importancia, pero cuando son mirados bajo la óptica del pensamiento sistémico “caemos en la cuenta” de su tremendo potencial de cambio en los sistemas en los que se implementan. Por otra parte se trata en realidad de pequeñas palancas, de pequeñas intervenciones en sistemas que logran unas mejoras espectaculares en el rendimiento de los sistemas: por lo general no se trata de grandes cambios sino de pequeños cambios, generalmente muy económicos, que provocan una gran mejora, de ahí el título de este post. Vamos allá.
1. Empoderamiento en el supermercado
En cualquier supermercado puedes observar el poder de la palanca de la autoorganización cuando cualquier cajero/a solicita la presencia de otro para agilizar la cola. No tienes más que darte cuenta que conseguir el mismo efecto mediante un sistema de supervisión jerárquico tendría un mayor coste (menor eficiencia) y una menor eficacia (el jefe no siempre está al tanto de lo que sucede en las cajas). Claro que para alcanzar este resultado es necesario otorgar confianza y empoderamiento en el puesto de trabajo, algo no siempre fácil en organizaciones fuertemente jerarquizadas. Evidentemente este ejemplo es extrapolable a muchas otras situaciones y organizaciones: allí donde exista la posibilidad de empoderar una función a las personas que están más próximas a la realidad a gestionar otorgándoles capacidad para tomar decisiones.
2. Autoorganización en la carretera
En cualquier rotonda o glorieta puedes observar el poder de la palanca en acción cuando los vehículos van a su salida sin retener el tráfico en los cruces de carreteras. Es otro ejemplo de autoorganización como el caso anterior. Y, como antes, observar que la eficiencia (coste, esperas) y eficacia (ordenar el tráfico) de otras alternativas (semáforos, guardias urbanos) serían menores en situaciones donde confluyen varias bifurcaciones, incidiendo negativamente en la fluidez del tráfico, y, como en el empoderamiento anterior, el efecto deseado se consigue fundamentalmente al otorgar la capacidad de decidir a los conductores.
3. Teoría de Juegos en la vigilancia.
Del “sabes donde miro” a “no sabes donde miro” hay una diferencia sustancial cuando se trata de la vigilancia de seguridad. Detrás de este cambio de diseño en las cámaras de vigilancia existe un principio básico de Teoría de Juegos: la información asimétrica. Si en una situación con dos jugadores, uno de ellos (vigilado) no sabe dónde está mirando el otro (vigilante), aquél se encuentra en inferioridad estratégica. Mientras que si el vigilado sabe dónde está mirando el vigilante, el que se encuentra en inferioridad estratégica es éste último. Un pequeño cambio en el diseño de la cámara permite que el vigilante obtenga una mayor superioridad estratégica sobre el vigilado (o potencial vigilado).
4. La sangre es gratis
La generosidad tiene un gran potencial autoorganizativo: donar sangre u órganos gratuitamente evita muchas desconfianzas y burocracias (en España está prohibida la venta de sangre desde 1985). Como en los casos anteriores, no hay más que imaginarse una situación en la sangre no fuera donada sino vendida (al mejor postor): probablemente no se asignaría al que más lo necesita sino al que más pague. La mercantilización de la sangre, probablemente, generaría unos indeseados efectos colaterales: necesidad de una mayor burocracia, mayores controles, mayores riesgos, etc.
5. De la comunidad de vecinos a la ONU: Subsidiariedad
El “principio de subsidiariedad” es el núcleo de la autoorganización: cada nivel de un sistema decide respecto de su área de competencia y sólo interviene el nivel superior cuando existe un conflicto entre los objetivos globales y las decisiones locales. El “principio de subsidiariedad” es uno de los principios sobre los que se sustenta la Unión Europea y la mayoría de Estados democráticos del mundo. Sin la subsidiariedad sería necesaria una centralización estatal (nivel macro) de todas las decisiones de ámbito local (nivel micro), algo que lógicamente conllevaría un sobredimensionamiento del Estado y las organizaciones supraestatales: no hay más que imaginar lo que supondría que las decisiones de cualquier comunidad de vecinos tuvieran que debatirse en la ONU.
6. Abriendo las puertas de la democracia 2.0
Si la democracia es un sistema restringido para la toma de decisiones, aunque con el marchamo de la “representatividad”, la post-democracia, de ser algo, será un sistema de “toma de decisiones aumentada” (p.ej. como sucede en Suiza, donde cada poco tiempo los ciudadanos pueden votar sobre variadas cuestiones) y donde los temas a votar no necesariamente pasen por el filtro de los partidos (p.ej. como las propuestas emanadas en la plataforma Change.org). Abrir las puertas de la democracia, implica necesariamente un enfoque 2.0, esto es, un abrirse a la participación on-line de los ciudadanos que permiten las nuevas tecnologías.
7. Del sillónbol al excedente cognitivo
¿Un pájaro, un avión?. No, es el “excedente cognitivo. El vector autoorganizativo más potente jamás imaginado y su fundamento es la suma de cuatro factores disponibles en el mundo actual: Internet, el creciente tiempo libre, la generosidad y las capacidades técnico-cognitivas de todas las personas. Con el “excedente cognitivo se consiguen unas economías de escala nunca antes imaginada. La idea es muy sencilla: las nuevas tecnologías junto con el creciente tiempo libre de las personas (tiempo libre muchas veces malgastado pasivamente ante la televisión) permiten que todos podamos utilizar ese tiempo libre colectivamente para poder hacer cosas que serían imposibles a nivel individual. El experto en redes sociales Clay Shirky nos muestra cómo.
Uno de los aspectos más interesantes y creativos del pensamiento sistémico es el “principio de la palanca”, esto es, buscar y encontrar aquellos lugares o situaciones, llamados también “puntos de apalancamiento”, donde con el mínimo esfuerzo se puede lograr una mejora significativa y duradera en el sistema. El único problema es, como nos recuerda Peter Senge, que las zonas de alto apalancamiento no son evidentes para la mayoría de integrantes del sistema porque los puntos de apalancamiento no están próximos en el tiempo y el espacio respecto de los síntomas. Sin embargo sí existe una pista para encontrarlos, como nos recuerda Donella H. Meadows: los mejores puntos de apalancamiento se encuentra en el cambio de los modelos mentales, es decir, cambios en el cómo nos representamos a nosotros mismos el sistema, esto es, el paradigma o filtro con el que observamos la realidad.
Al hilo de esto y como material didáctico para un seminario de pensamiento sistémico que estoy preparando he buscado algunos ejemplos reales de “puntos de apalancamiento” para el cambio efectivo de sistemas reales. Son ejemplos cotidianos que ya forman parte de nuestro paisaje y de tanto verlos o escucharlos puede que no nos demos cuenta de su importancia, pero cuando son mirados bajo la óptica del pensamiento sistémico “caemos en la cuenta” de su tremendo potencial de cambio en los sistemas en los que se implementan. Por otra parte se trata en realidad de pequeñas palancas, de pequeñas intervenciones en sistemas que logran unas mejoras espectaculares en el rendimiento de los sistemas: por lo general no se trata de grandes cambios sino de pequeños cambios, generalmente muy económicos, que provocan una gran mejora, de ahí el título de este post. Vamos allá.
1. Empoderamiento en el supermercado
En cualquier supermercado puedes observar el poder de la palanca de la autoorganización cuando cualquier cajero/a solicita la presencia de otro para agilizar la cola. No tienes más que darte cuenta que conseguir el mismo efecto mediante un sistema de supervisión jerárquico tendría un mayor coste (menor eficiencia) y una menor eficacia (el jefe no siempre está al tanto de lo que sucede en las cajas). Claro que para alcanzar este resultado es necesario otorgar confianza y empoderamiento en el puesto de trabajo, algo no siempre fácil en organizaciones fuertemente jerarquizadas. Evidentemente este ejemplo es extrapolable a muchas otras situaciones y organizaciones: allí donde exista la posibilidad de empoderar una función a las personas que están más próximas a la realidad a gestionar otorgándoles capacidad para tomar decisiones.
2. Autoorganización en la carretera
En cualquier rotonda o glorieta puedes observar el poder de la palanca en acción cuando los vehículos van a su salida sin retener el tráfico en los cruces de carreteras. Es otro ejemplo de autoorganización como el caso anterior. Y, como antes, observar que la eficiencia (coste, esperas) y eficacia (ordenar el tráfico) de otras alternativas (semáforos, guardias urbanos) serían menores en situaciones donde confluyen varias bifurcaciones, incidiendo negativamente en la fluidez del tráfico, y, como en el empoderamiento anterior, el efecto deseado se consigue fundamentalmente al otorgar la capacidad de decidir a los conductores.
3. Teoría de Juegos en la vigilancia.
Del “sabes donde miro” a “no sabes donde miro” hay una diferencia sustancial cuando se trata de la vigilancia de seguridad. Detrás de este cambio de diseño en las cámaras de vigilancia existe un principio básico de Teoría de Juegos: la información asimétrica. Si en una situación con dos jugadores, uno de ellos (vigilado) no sabe dónde está mirando el otro (vigilante), aquél se encuentra en inferioridad estratégica. Mientras que si el vigilado sabe dónde está mirando el vigilante, el que se encuentra en inferioridad estratégica es éste último. Un pequeño cambio en el diseño de la cámara permite que el vigilante obtenga una mayor superioridad estratégica sobre el vigilado (o potencial vigilado).
4. La sangre es gratis
La generosidad tiene un gran potencial autoorganizativo: donar sangre u órganos gratuitamente evita muchas desconfianzas y burocracias (en España está prohibida la venta de sangre desde 1985). Como en los casos anteriores, no hay más que imaginarse una situación en la sangre no fuera donada sino vendida (al mejor postor): probablemente no se asignaría al que más lo necesita sino al que más pague. La mercantilización de la sangre, probablemente, generaría unos indeseados efectos colaterales: necesidad de una mayor burocracia, mayores controles, mayores riesgos, etc.
5. De la comunidad de vecinos a la ONU: Subsidiariedad
El “principio de subsidiariedad” es el núcleo de la autoorganización: cada nivel de un sistema decide respecto de su área de competencia y sólo interviene el nivel superior cuando existe un conflicto entre los objetivos globales y las decisiones locales. El “principio de subsidiariedad” es uno de los principios sobre los que se sustenta la Unión Europea y la mayoría de Estados democráticos del mundo. Sin la subsidiariedad sería necesaria una centralización estatal (nivel macro) de todas las decisiones de ámbito local (nivel micro), algo que lógicamente conllevaría un sobredimensionamiento del Estado y las organizaciones supraestatales: no hay más que imaginar lo que supondría que las decisiones de cualquier comunidad de vecinos tuvieran que debatirse en la ONU.
6. Abriendo las puertas de la democracia 2.0
Si la democracia es un sistema restringido para la toma de decisiones, aunque con el marchamo de la “representatividad”, la post-democracia, de ser algo, será un sistema de “toma de decisiones aumentada” (p.ej. como sucede en Suiza, donde cada poco tiempo los ciudadanos pueden votar sobre variadas cuestiones) y donde los temas a votar no necesariamente pasen por el filtro de los partidos (p.ej. como las propuestas emanadas en la plataforma Change.org). Abrir las puertas de la democracia, implica necesariamente un enfoque 2.0, esto es, un abrirse a la participación on-line de los ciudadanos que permiten las nuevas tecnologías.
7. Del sillónbol al excedente cognitivo
¿Un pájaro, un avión?. No, es el “excedente cognitivo. El vector autoorganizativo más potente jamás imaginado y su fundamento es la suma de cuatro factores disponibles en el mundo actual: Internet, el creciente tiempo libre, la generosidad y las capacidades técnico-cognitivas de todas las personas. Con el “excedente cognitivo se consiguen unas economías de escala nunca antes imaginada. La idea es muy sencilla: las nuevas tecnologías junto con el creciente tiempo libre de las personas (tiempo libre muchas veces malgastado pasivamente ante la televisión) permiten que todos podamos utilizar ese tiempo libre colectivamente para poder hacer cosas que serían imposibles a nivel individual. El experto en redes sociales Clay Shirky nos muestra cómo.
1 comentario:
Magnífico post, me ha gustado mucho.
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