29 de mayo de 2011

Metajuegos en la #plaza

Abraham Maslow, el psicólogo norteamericano de la famosa teoría de las necesidades humanas y su pirámide dejó escrito: “Si tu única herramienta es un martillo, tiendes a tratar cada problema como si fuera un clavo”. El ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que de tonto no tiene un pelo, ya sabía lo que se hacía y en qué berenjenal se podría meter si intentaba resolver con “el martillo” de la fuerza (de orden público) “el problema” de las acampadas. Craso error: diagnosticar “el problema” de las acampadas como de “orden público” significa no haber entendido nada del fenómeno #15M, #spanishrevolution o #democraciarealya como se conoce en las redes sociales.

Un político que se precie debería tener una mirada más amplia y ver este fenómeno más allá de las anteojeras ideológicas. [Modo metáfora on] si un río se desborda tendremos que revisar nuestras concepciones sobre el volumen de su caudal, la profundidad de su cauce y hacer algo al respecto en vez de enfadarnos o actuar con violencia frente a su crecida [Modo metáfora off]. Si algo significa el fenómeno #15M es la constatación de la insuficiencia de los cauces de participación democrática diseñados hace más de treinta años y el malestar acumulado por una ciudadanía que constata, votación tras votación, que no es cierto que todos los votos sean iguales como afirma el principal axioma democrático, sino por el contrario hay “votos de 1ª clase” y “votos de 2ª clase” por la falta de proporcionalidad entre votos y escaños, reduciendo en consecuencia la “biodiversidad política” del poder legislativo. Hasta la tercera representación del Estado por orden jerárquico mostraba su sensibilidad hacia el “movimiento de los indignados” cuando afirmaba hace escasos días que a esta ley electoral le quedan “tres telediarios”. Confundirse de diagnóstico y repartir etiquetas de “antisistema” a todo el que cuestiona algo diseñado por y para un momento histórico dado es situarse a propósito en lo más hondo de la caverna de Platón.

El homólogo a Rubalcaba en el gobierno en Catalunya, Felip Puig, probablemente no tenga en su agenda aspirar a presidente y por ello ha jugado fuerte, aunque ahora le tocará administrar una derrota (anunciada) táctica, estratégica y mediática por usar “el martillo”. O dimitir. Si el cántabro diera la orden de desalojo de Plaza Sol y otras plazas donde la competencia “de orden público” le corresponde, en ese momento se terminaban sus aspiraciones a la presidencia. No hace falta explicar porqué. Algunos que intuyen lo que sucedería a continuación (para muestra lo de plaza Catalunya) quieren que el ministro de Interior dé ese paso. No lo dará, a menos que los acampados cometan un error estratégico y se me ocurren varios de ellos. No hace falta mucha imaginación para saber cuáles.

En esta partida es evidente que Rubalcaba busca las tablas para no realimentar con un plus de motivación a un movimiento que él cree que se terminará diluyendo en la nada, mientras los acampados están en un metajuego, un “juego” nuevo y diferente al que están acostumbrados los políticos. A un metajuego se responde con otro metajuego de superior nivel, pero no está preparada nuestra clase política para entender los juegos distintos a los de suma cero. Otrosí, cabe interpretar “el uso del martillo” en plaza Catalunya como un “test de stress”: tensemos la cuerda y veamos por donde se rompe, veamos lo que pasa y extraigamos lecciones para otras plazas. Si fuera así, que no lo descarto, se podrían haber evitado este “experimento”: del mismo modo que no existe garantía alguna de evitar “daños colaterales” cuando se bombardea masivamente una posición, tampoco es evitable la contestación y la resistencia ulterior (aumentada) cuando se recurre a la fuerza para resolver una indignación que necesita una respuesta distinta.

Ahora les tocará a estos responsables políticos aprender de su erróneo “diagnóstico y tratamiento” y como a esos antibióticos mal administrados, comprobar que los acampados (gérmenes) se han vuelto “resistentes al tratamiento” (policial). Para ese viaje no se necesitaban alforjas. Todo porque algunos políticos mediocres todavía no han entendido que este “juego” no tiene otra salida honorable más que el “empate técnico”, porque en el terreno de los metajuegos, y el #15M lo es, el “juego” es interminable mientras no cambie “la regla del juego”. Al menos en este caso Rubalcaba parece, al contrario que Puig, que sí ha leído a Thomas C. Schelling y también parece que tenga más herramientas, aparte de “martillos”, en su caja de ídem. O eso parece. En los próximos días/semanas tendremos ocasión de verificarlo.


3 comentarios:

Ignacio dijo...

Cierras el análisis; Rub Al Kaaba es un peón que se ha ensoberbecido, pero sólo es un peón: todo es una estrategia elaborada y de distracción, solo que la existencia de la blogosfera que la creían manipulable, se les ha vuelto en contra: hay demasiados peones que creen que dominan el juego, pero no se juega en esos terminos ni los objetivos son tan evidentes: la izquierda tapa sus errores con muertos, a la vista está, y ahora hay demasiado que tapar: el alarido controlado que quieren aun hoy controlar no va a ser tan fácil, aunque lo pueden conseguir; y YO no me creo que un cuerpo policial por muy del virreinato que sea actúe sin conocimento del ministerio del interior:entre otras coas porque por procedimiento de trabajo se debe, y aqdemás son cobardes: no hubieran actuado si no se supieran con la suficiente cobertura pra salri airosos. Hay demasiado en juego, demasiado ya jugado y esta partida no está yendo bien, pero sólo es una partida.

José Monzó Marco dijo...

Como escribo arriba, no descarto la existencia de un "test de stress". Y, sí, sólo es una partida, aunque también hay partidas interminables. Esta tal vez lo sea.

Anónimo dijo...

Pues si ha sido un test de estrés, razón de más para expulsar del sistema político a los responsables de la decisión. En este test de estrés podían haber muerto personas, como ocurrió en Génova. Es imprevisible lo que un policía armado puede hacer si siente miedo.